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martes, 19 de noviembre de 2024

Reportaje GangBang / Una aventura mas con mi esposa LANDSER. (PARTE I)

 


Nuevamente les traemos un informe de nuestra reciente reunion en el formato Gangbang que es nuestro favorito, me puse en contacto con el grupo GB Moscu para la organizacion. Como saben me gusta tener tematica en nuestras reuniones, en esta ocasion les pedi que la tematica fuera en un bar. El guion seria el siguiente:

LLevaria a mi esposa a un restaurte bar en donde firmaria un contrato con un grupo de empresarios que serian los de GB Moscu, le informe que a los socios eran extranjeros, les gustaba tomar tequila y me habian pedido entre las condiciones de la negociacion que mi esposa los atendiera como mesera. Con la emoción en el aire, mi esposa se vistió con una falda ajustada de mesera que le pedí, resaltando su figura voluptuosa. Llegamos al bar disfrazados para la temática.

El ambiente se llenó de risas y conversaciones en una combinación perfecta de lenguas extranjeras y acentos locales. GB Moscu, un enjambre de apuestos e imponentes caballeros, la recibieron con sonrisas seductoras y ojos llenos de deseo.




Mis socios de inmediato me pidieron firmar el contrato para pasar a asuntos generales mas importantes, mi esposa, estaba expectante de pie a un lado del grupo en espera de indicaciones.





Con  la confianza que solo la anticipación del placer carnal me daba, le susurré a mi esposa que era el momento de cumplir su "parte del trato" en este negocio no tan habitual. Ella, con un suspiro que revelaba su excitación, tomó la botella de tequila que le entregué y se acercó a la mesa rodeada por los integrantes del GB Moscu. Sus manos temblorosas, no por el miedo sino por la adrenalina que recorría cada centímetro de su piel, se aferraron a la botella y a la hora del servicio. Sus pasos, lentos y sensuales, hicieron que cada uno de aquellos caballeros se fijara en cada movimiento que hacía. Sus ojos no podían dejar de ver el escote generoso que la ajustada camisa de mesera de mi esposa ofrecía.



Cuando estuvo lo bastante cerca, les ofreció el tequila con un "¿Gentlemen, les gustaria un trago?" en un tono sugerente que se deslizaba por la habitación. La conversación se detuvo, y la atención de todos se centró en la figura que se inclinaba ligeramente para llenar las copas. Cada uno de sus pezones se endurecía al toque del aire acondicionado, y su respiración se volvía mas pesada. El aroma del alcohol se unía al del deseo, impregnando el ambiente del bar en una nube embriagante.


Mi esposa, atendía cada pedido con un encanto irresistible. Al servirles tequila a dos de los empresarios, la llenaron de cumplidos, haciéndola reír y deslizando suavemente sus manos por la botella. Ella se inclinó aún más, permitiéndoles apreciar a la perfección el valle que formaba su escote, y su pulso acelerado se notaba a simple vista. Estaba consciente de que cada movimiento que hacía los volvía locos, y la idea le resultaba cada vez más excitante. Mientras los observaba beber, sus ojos se cruzaron con los míos, y pude ver la luz del desafío en su mirada. Sabía que el espectáculo que ofrecía era solo el comienzo de la noche, y que pronto la acción se desbordaría de la simple coquetería. Yo, sentado en la sombra de un sillón cercano, no podía apartar la vista de la escena. Ella se movía entre la mesa, acariciando el aire con cada paso, la falda subiéndose cada vez más, mostrando las medias de red que cubrían sus piernas suaves y tentadoras y la apertura de la falda que moestraba claramente sus nalgas. La tensión erótica se palpaba en cada rincón del bar, y la expectativa de lo que sucedería a continuación era insoportable.



Una vez firmado "el contrato" me levanté del sillon y me senté en una mesa que ofrecía una visión privilegiada de mi esposa deseaba ver la accion desde otra perspectiva. Mi esposa,  tambien se alejó del bullicioso grupo de GB Moscu, la botella de tequila aun en su delicada mano. La observé con deleite, cada detalle de su atuendo se acoplaba a la perfección con la fantasía que teníamos en mente la falda ajustada subiéndose cada vez que se movía, mostrando la piel suave y bronceada que se asomaba por la cintura. El corset que le ajustaba el busto se movía al ritmo de su respiración, sus pezones ya erectos contra la tela era una imagen que me hacía cada vez más difícil contener mi propio deseo. Sus ojos brillaron con picardía al sentir mi mirada. 





Con un gesto discreto, la llamé  para que me atendiera en mi mesa. Ella se acercó, la falda ajustada se movía con cada paso que daba. Al sentarse frente a mi, pude notar su respiración acelerada y su piel ligeramente brillante por la excitación. Con la mirada fija en mis ojos, le dije en un susurro: "Mi vida, estoy tan orgulloso de ti, de lo que haces por mi... por nosotros. Tu eres la reina de la noche, la diosa que encanta a todos." Ella sonrió, y en su sonrisa se reflejaba la complicidad y el desafío. Con la botella de tequila aun en la mano, me sirvió un trago con un movimiento suave y sensual, haciéndome sentir que no solo era la bebida la que me ofrecía, sino que su propio ser se deslizaba en cada gota del licor.







Sus dedos se detuvieron brevemente en la copa, permitiéndome apreciar la delicadeza de sus manos, manchadas de un brillo sutil que no era más que la transpiración del deseo. Ella se inclinó aún más, su escote ahora a escasos centímetros de mi cara, y me dijo en un tono seductor: "¿Te gusta lo que ves, mi amor? La noche solo acaba de empezar, y tengo muchas cosas en mente para complacer a tus socios... y a ti." Sentí mi miembro palpitar en mi pantalón, ansioso por formar parte de aquel espectáculo. me acercque a sus generosos senos y la bese, enseuida le puse unos billetes dentro de sus senos como propina.





Se levantó con la gracia de una pantera, la falda resaltando la curva de sus caderas, ya no podía contener la ansiedad por verla en acción, por ser testigo del deseo que provocaba en aquellos extraños. Se puso de pie a mi lado y sentí su calor abrasando mi ser. Acaricié suavemente sus caderas y me susurró al oído: "Estoy aquí para complacerte, mi vida. Quiero que seas feliz al ver lo que puedo ofrecer."

Sus labios se acercaron a los míos y nuestros besos se volvieron apasionados, llenos de un fuego que ya no podía contenerse. Mis manos se deslizaron por su espalda, bajando por la curva de su cintura, aferrando sus nalgas con la intensidad de mi deseo. Ella respondió a mi toque con un susurro en mi oído: "Voy a ser la puta que todos quieran, solo por ti."

Mi esposa me miraba a los ojos con una combinación de sumisión y desafío, sabía que mi excitación era la gasolina que encendería la fiesta. Voltie a ver al grupo de GB Moscu y con un gesto  les indiqué que mi reina les pertenecía, al menos por la noche. 





Le susurré en el oído: "Ve con ellos, mi vida, sé la puta que quieres ser, la que sabes que me gusta." Sus ojos se nublaron con el deseo y me besó apasionadamente, con la promesa de que haría realidad todos los fantasmas que habíamos compartido. Con un empujón suave, la envié al brazo de aquellos extraños, 


Después de que mi esposa les sirviera un par de tequilas, uno de los caballeros, un musculoso rubio, la tomó suavemente del brazo y le indicó que los acompañara a la habitación que tenían reservada en una habitacion cercana al bar. Ella asintió, y con la botella en la mano, me guiñó un ojo, despidiéndose temporalmente de la atmósfera pública del local. El corazón me latía con la emoción de lo que se avecinaba.

Con la anticipación a flor de piel, observé a mi esposa desaparecer detrás de la puerta que separaba la habitación privada.  Pude ver a los integrantes del GB Moscu intercambiar miradas de complicidad y deseo sobandose los genitales y sonriendo, saboreando la inminente fiesta que tenían preparada. Decidi esperar y tomarme un tequila mas, la ansiedad de lo que sucedia en la habitacion a donde la condujeron me consumia, era parte del tormento y la exitacion .

Me acerque a la habitacion aun sin entrar.  Más allá de la puerta, el murmullo de las voces se transformó en risas y comentarios sugerentes, acompañados por el sonido del desabotonar de camisas y el crujir de la ropa que se retiraba.  No pude evitar que mi imaginación corriera a la par de mi pulso acelerado.

Con la puerta entreabierta, la escena que se desplegó ante mis ojos fue la confirmación de todos nuestros deseos: mi esposa,  en el epicentro de la habitación, rodeada por aquellos fornidos caballeros que la miraban con hambre insaciable. 

Al asomarme por la rendija de la puerta, la imagen que me recibió fue la de mi esposa, de rodillas en el suelo y semidesnuda, mamando a un al mismo tiempo 4  pollas del GB Moscu. Ella parecía disfrutar cada centímetro que entraba en su boca, la lengua jugando alrededor de los gordos glandes, chupando con voracidad, la saliva resbalando por sus mejillas. Entre y tome mi lugar en una esquina, la habitación se llenó del olor a sexo y alcohol, y la visión de mi esposa disfrutando de aquellos desconocidos me volvía loco de deseo.







Continuara...

Organizamos un Gangbang e invitamos a otra pareja


Nos reunimos hace unos meses con un chico que conocimos en el sitio, resulto un excelente amante para mi esposa, después de un tiempo invitamos a una pareja con la que hemos hecho algunos intercambios a una reunión en nuestra casa y les propusimos que invitaríamos a nuestro amigo para hacer más grande la reunión y ellos tenían la misma idea que nosotros, pasar de una reunión de dos parejas a una orgia, fue así que invitaron a dos chicos más para en total ser 5 hombres incluyéndonos a nosotros  vs nuestras dos esposas. 

Con la adrenalina a tope y el calor del deseo inundando la habitación, la noche inicio como una fiesta de amigos. En poco tiempo los chicos atrajeron a nuestras mujeres y los gritos de placer resonaron en cada rincón de la casa y se volvían cada vez más estridentes y desesperados. Nosotros, emocionados por la escena. Las luces tenues se reflejaban en la piel sudorosa de nuestras mujeres, que se movían al compás de los gemidos y jadeos. Cada toque, cada embestida, cada caricia, cada chorro de semen, formaba un cuadro erótico que se desdibujaba en la neblina del placer. Los rostros de nuestras esposas se contorsionaron de placer al sentir las pollas entrando y saliendo de sus agujeros. El ambiente era tan cargado de sexo que el aire en la habitación parecía espesar, impregnado por el olor a excitación y la humedad del acto. La noche se transformó en una maratón de orgasmos, cada uno superando al anterior, y la pasión no parecía apagarse. Con cada hora que pasaba, la conexión entre todos se hacía más profunda. 





A medida que la noche se deslizaba hacia la madrugada, la intensidad de la orgía no disminuía El dormitorio se transformó en un hervidero de carnes sudorosas, cada una en busca del placer más intenso. Los maridos, por momentos espectadores voyeristas y en otros participando sentíamos como nuestras mujeres se derretían ante los embates de diferentes pollas que se entregaron a la lujuria sin reservas. El chico que habíamos traído no decepciono, despertando en las dos esposas un deseo que jamás hubiéramos imaginado. 








Mis ojos se abrieron con asombro y excitación al ver a mi esposa y a la de mi amigo acostadas bocabajo, con sus piernas temblorosas y separadas, dando la bienvenida a la doble penetración. El chico que habíamos invitado se adelantó, su pene erecto y resplandeciente, y sin perder un instante, empujó su miembro en la vagina de la esposa de mi amigo. Ella gimió, entregando su interior a la potente invasión, y su esposo la miraba con una sonrisa lasciva, acariciando sus pechos rebosantes y masajeando sus pezones duros. Yo, por mi parte, no podía resistir la tentación de la deliciosa abertura que se presentaba ante mí. Con un empujón certero, penetré el culo de mi propia esposa, que ya se encontraba abierto y dispuesto mientras otro de los chicos la penetraba por enfrente. Ella gruñó, empujando su culo contra mi ingle, pidiendo a gritos más y más. Los chicos invitados se sumaron al festín, cada uno tomando un agujero, y pronto nuestras esposas se convirtieron en un espejo del placer.



Con cada embestida, sus voces se unían en un himno erótico, cada una compitiendo por ver quién podía ser la mas ruidosa y demostrativa. Las caras de las damas se enterraron en las almohadas, intentando contener las explosiones de placer que se les venía encima. El sonido de la carne chocando contra la carne, y la sensual melodía de la respiración agitada, se unió al coro de jadeos que se elevaba en la habitación. Yo sentía mi pene estirando y llenando cada centímetro de la cavidad anal de mi esposa, su calor y su humedade me impulsaba a dar lo mejor de mi. Mientras, la pareja que habíamos traído se movía al unísono, creando un espectáculo que era a la vez salvaje y hermoso. La esposa de mi amigo se retorcía de gusto, sus ojos cerrados en un rictus de extasis recibiendo dos pollas una en cada orificio, y mi amigo no podía contener sus gruñidos al ver a su amada disfrutando de las pollas que la rellenaba por completo.


Con la noche a nuestro favor, la orgía se intensificó, y la doble penetración se volvió una constante. Cada esfuerzo, cada contracción, cada latigazo de carne contra carne, se sumaba a la crescendo del placer. El alcohol, la adrenalina y la lujuria se unieron en una tormenta perfecta, y el deseo que sentíamos era palpable. 



Y, en un instante, la habla noche termino con nuestras esposas exhaustas y dormidas, sus sexos hinchados y llenas de semen en el cuerpo.


Con cuidado, los hombres nos vestimos y salimos de la habitación, dándoles a nuestras esposas el descanso que tan merecidamente se lo pedían. En la cocina, los vasos vacíos y las botellas de alcohol que aun tenian un ultimo suspiro, contaron la noche de excesos. Nos sentamos a la mesa, tomando café y comentando las hazañas de la noche, riendo a carcajadas por lo que habíamos logrado, por la locura que habíamos desatado. 


Era la primera vez en este formato , al final nuestras esposas quedaron muy satisfechas y fueron penetradas en todas las posiciones y agujeros, nunca tuvieron tiempo de descansar o de tener alguna polla ya sea en su boca, vagina o culo.




Me envio mi marido a encontrarme con un hombre misterioso


Cuando el reloj marcó la medianoche de la víspera de Año Nuevo, me encontré de pie frente a una cafetería, con el corazón latiendo con anticipación. Era aquí donde había quedado en encontrarme con él, el hombre al que mi esposo me habia enviado y que me había prometido una noche inolvidable llena de excitación erótica. Nuestro encuentro fue planeado hasta el más mínimo detalle, y no podía esperar a ver lo que tenía reservado para mí.

Me habían dicho que llegara sin ropa interior, con el coño relleno de un par de pelotas, lista para ser tocada cuando él quisiera. La idea de sus hábiles dedos jugando con mi carne sensible, volviéndome loco de deseo, me provocó escalofríos.


En el momento en que entré a la cafetería, sentí su presencia. Estaba sentado en una mesa en el fondo, con los ojos fijos en mí. Mientras caminaba hacia él, no pude evitar notar cómo su mirada se detenía en mi coño expuesto, devorando hambrientamente cada centímetro de mí.









—Buenas noches, señora —dijo con voz suave y seductora—. — Espero  que tu viaje hasta aquí haya sido agradable.

No podía hablar; todo lo que pude hacer fue asentir con la cabeza. Extendió la mano tomo mi cara, llevándome a una habitación privada en la parte trasera de la cafeteria. Una vez dentro, cerró la puerta detrás de nosotros y la cerró con llave.

—Ahora sí —dijo, adquiriendo un tono más autoritario—. "Déjame ver esas bolas".

Con manos temblorosas, metí la mano entre mis piernas y las saqué para que él las viera. Los examinó cuidadosamente, pasando los dedos por la superficie lisa antes de asentir con la cabeza.

—Muy bien —dijo—. "Ahora, creo que te dijeron que cuando llegaras  tomarias una foto para tu marido en cierto... 

Asentí de nuevo, con las mejillas enrojecidas por la vergüenza. Sacó su teléfono y me lo entregó, indicándome que me tomara una foto sosteniendo las bolas en mis senos y otra  descansando en mi labio inferior. A medida que obedecía, podía sentir el calor subiendo en mi cuerpo, la anticipación de lo que estaba por venir abrumándome.

—Excelente —dijo, recuperando el teléfono—. "Ahora es el momento del evento principal".

Me empujó hacia la mesa, abriéndome las piernas. Sentí la fría superficie metálica contra mi piel desnuda mientras se movía entre mis piernas, sus dedos acariciando mi coño empapado. De repente, se alejó, dejándome sin aliento.



—Todavía no —dijo con voz baja y amenazadora—. Tendrás que esperar a eso.

A medida que pasaban las horas, me encontraba cada vez más excitada por su toque burlón. Cada vez que rozaba mi clítoris hinchado, sentía que caía más bajo su hechizo. La anticipación de lo que estaba por venir me estaba volviendo loco.

Finalmente, sacó un azote de cuero y se acercó a mí con una sonrisa siniestra. —Es hora de tu castigo —dijo, su voz resonando en la pequeña habitación—.

Colocó el azotador sobre la mesa y me colocó sobre él, con los pechos apoyados en la superficie fría. Con cada chasquido del látigo en mi trasero, dejé escapar un gemido de placer mezclado con dolor. Era estimulante, el aguijón del azotador de cuero agudizó mis sentidos.

A medida que el castigo continuaba, podía sentir que me mojaba más, mi coño se apretaba incontrolablemente. Cuando finalmente se detuvo, me quedé jadeando pesadamente, mi cuerpo dolorido por su toque.

—Ahora es el momento de lo que has estado esperando —dijo, con voz baja y seductora—.

Me agarró de las caderas y metió su polla profundamente dentro de mí, llenándome con su gruesa longitud. Gemí en voz alta cuando comenzó a golpearme, sus caderas golpeando mi culo en un ritmo rítmico. La sensación de ser tomado tan bruscamente envió olas de placer a través de mi cuerpo.





—Sí —gruñó, con el aliento caliente contra mi oído—. "Eso es todo. Tómalo todo".
Lo rodeé con mis piernas, arqueando la espalda mientras él continuaba golpeándome. Con cada embestida, sentía que me acercaba al límite, la intensidad de las sensaciones me abrumaba.

Finalmente, se retiró, su polla brillando con mis jugos. Se inclinó y me besó profundamente, su lengua recorrió mis labios antes de abrir la boca y dejarme probar su semen.

—Espero que lo hayas disfrutado tanto como yo —dijo, con voz ronca—. "Porque hay mucho más de donde vino eso".